Párrafo 55

55. Esta revelación no fue interrumpida por el pecado de nuestros primeros padres. Dios, en efecto, “después de su caída […] alentó en ellos la esperanza de la salvación con la promesa de la redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras” (DV 3).

«Cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte […] Reiteraste, además, tu alianza a los hombres  (Plegaria eucarística IV: Misal Romano).